El mundo se enfrenta a una serie de amenazas y desafíos graves y a menudo interrelacionados, entre ellos los conflictos violentos, el cambio climático, la creciente desigualdad, el impacto de la rápida innovación tecnológica y la migración masiva. El crimen organizado afecta a todos estos problemas: o bien es un facilitador de estas tendencias o bien se beneficia de ellas. Crece en las grietas de nuestro mundo fracturado.
Por ejemplo, los delincuentes trafican armas hacia o desde zonas de conflicto, desde Afganistán hasta Ucrania, y desde la República Democrática del Congo hasta Sudán. Cada vez más, los grupos delictivos se utilizan como herramienta de la política exterior para debilitar a sus oponentes, apuntalar o derrocar gobiernos o llevar a cabo guerras híbridas o por delegación. Contribuyen a la destrucción de nuestro medio ambiente natural mediante la tala ilegal, la sobrepesca y el vertido ilegal de residuos. Se aprovechan de los pobres mediante la extorsión o atrayendo a las víctimas a la trata de personas. Mediante la "corrupción organizada", los actores delictivos integrados en el Estado están utilizando todos los medios posibles para aferrarse al poder y repartir favores a expensas de los recursos y las instituciones públicas. Además, los delincuentes se adaptan rápidamente a la última tecnología, aprovechando el ransomware y la inteligencia artificial, o moviendo dinero o enviando mensajes utilizando cifrado.
La última edición del Índice Mundial de Delincuencia Organizada (2023) revela que se debe prestar mayor atención a la lucha contra los delitos financieros, que en la actualidad se consideran el mayor mercado delictivo del mundo. Además, es fundamental identificar y desmantelar el papel de los facilitadores profesionales en los sectores público y privado que se encuentran en la interfaz entre los mercados lícitos e ilícitos.
En resumen, existe una necesidad urgente y continua de investigación y acción en torno a la delincuencia organizada para promover nuevas ideas y respuestas que permitan comprender los mercados y actores delictivos y los ecosistemas que los hacen posibles, y fortalecer la resiliencia comunitaria y la cooperación transfronteriza. No se trata de una cuestión marginal, sino que atañe al núcleo de la mejora de la paz y la seguridad internacionales, la promoción del desarrollo sostenible, la mejora de la gobernanza de los bienes comunes mundiales, la reducción del impacto de la degradación ambiental y la mejora de la cooperación multilateral (por ejemplo, en el contexto de la Cumbre del Futuro).
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